Instrucciones para volar juntos

1. Las alas deben estar abiertas para comprobar que entre ala y ala es posible el aleteo, el planeo y, cuando sea necesario, el repliegue y la batida.
2. Además, en pleno vuelo el aire se moldea, se ajusta y se revoluciona según la distancia entre las  las aves que se acompañan. Sin embargo, las alas que se tocan no dejan pasar el aire y posiblemente se lastimen. De ahí esta segunda instrucción.
3. No todas las especies vuelan juntas y en todos los momentos. Los cóndores esperan años para poder volar junto a otro de su especie. Mientras, sueña cómo será eso, y que es difícil volar con alguien cuando las alas tienen más de dos metros y medio de envergadura. Su soledad es directamente proporcional al tamaño de sus alas, pero esos pocos momentos de vuelo compartido son impresionantes. Muy poca gente ha tenido el privilegio de asistir a ese vuelo danza que se repite de cuando en cuando.
4. Sin embargo, otras aves son capaces de dibujar figuras mientras vuelan, de ir en gran número y desde fuera parecen agolpadas, unidas. Es como si supieran donde tienen que estar en cada momento, respetando las reglas del vuelo, para poder formar una composición que ya quisiera cualquier artista de pincel alcanzar. Añadiremos que nunca se repiten, que cada figura que forman es imprevisible, que ni ellas mismas saben cuál va a ser la imagen de la belleza que les saldrá ese día.
5. Yo me canso, pero tú abres el aire y lo cortas para que pueda planear, luego nos turnamos y a veces hacemos vuelos altos y vuelos rasantes. Importante es asumir las lecciones de leyenda: ni demasiado alto que el sol abrase las alas, ni demasiado bajo para que los cactus y las piedras nos hieran a su antojo. Por eso cuando alzas el vuelo yo te sigo para bajarte, por eso cuando hago vuelos rasantes tú me sigues para volver a las medias alturas.
6. Leer Juan Salvador Gaviota de vez en cuando recuerda lo difícil que resulta aprender a volar y cuántas veces hubo que caer para que volar fuera un gozo. Pero no hace falta leer: las caídas y los momentos de éxtasis en pleno vuelo son todo lo que necesitamos.
7. Y cuando un ala de un ave se lesione o se atrofie o envejezca, la compañera o el compañero sabrá plegar el ala correspondiente junto al ala herida; y así abrazadas por un extremo los cuerpos juntos, pero no fundidos, batirán cada uno las alas opuestas mirándose a los ojos al principio, escuchando el compás diferente para crear uno nuevo, uno compartido, uno que pueda dar vuelo y fuerza a las alas que se unen.
8. A veces disparan a las aves, o depredadores de otras especies bajo la ley del hambre las cazan, y entonces toca volar solo aparentemente, con el ave compañera herida que se fue y despareció. Y desde abajo te ven con lástima, pero lo que no saben los que miran es que el cielo tiene memoria, el viento tienen memoria, las nubes y la lluvia también, y que basta que acerquen un poco el oído al cielo en las noches en las que todo el mundo calla para escuchar las historia de tantos vuelos compartidos.
9. Todas las aves tenemos alas, por eso nos duele la espalda cuando alguien nos ata a la tierra. Y da igual que nos las corten, porque los vuelos empiezan mucho antes, en los sueños, cuando aún no teníamos ni alas.


Comentarios

Entradas populares