EL POSTEADOR SOLITARIO
Ha publicado algo
en alguna parte
y después recibió
una respuesta
Fue extraño
porque ese día escribió
a la nada
esperando a nadie
Y sin embargo
llegó una réplica
como si lo escrito
hubiera tenido posdata
La réplica
fue un “gracias
por decirlo, ya era hora”
Así que pensó en ello
Al día siguiente
publicó otra nota
Le gustó el juego
Puso lo siguiente:
“La luna llena crece
porque la creamos”
Esta vez fueron tres respuestas
Las tres dispares
Como si la luna fuera una masa de barro
predispuesta y maleable
Y las tres intuiciones
auténticas:
“la luna el corazón de mi perro ausente”
“la luna el compás de tiempo para mi retorno”
“la luna la lentitud de su mirada cuando me callo”
Desde ese día el posteador solitario
lanzaba metáforas al vuelo
sabiendo que las repuestas
tenían ya su nido preparado
Eso le daba paz:
lo liberaba de
palabras atadas
que nunca serían suyas
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