EL DOLOR DE LOS QUE NO IMPORTAN

Hay el dolor de los que importan
y el de los que no importan.

El dolor de los que importan
dramático, desgarra.

El dolor de los que no importan
patético, insalubre.

El dolor de los que importan
requiere visitas
y exordios.
Multiplica las lágrimas y nos sacude
(solo lo necesario: ya se sabe; el luto y la solidaridad presumida y desbordante).

El dolor de los que no importan
conflictúa y se adjetiva
(terrorista, comunista, islamista, grita alguno cuando mira).
Sospechoso, denigra
y se ayuda como quien ayuda
a un pordiosero.

El dolor de los que importan
se bendice, sacraliza.
Merece un rincón en nuestros altares.

El dolor de los que no importan
es hereje, se insulta.
Nunca llega al púlpito.
Te lo sacudes para evitar
su injuria. 
Un piojo muerto.
Una mano sucia en una calle.
Hiede.

Y sin embargo,

me proclamo del dolor de los que no importan.
Mido lo cercano 
con el dolor de lo ajeno.
La tribu me repudia
pero da igual:
tanta insistencia 
por moldear un dolor al servicio
de nuestra propia mansedumbre,
agota.

Yo quiero abrazar el dolor 
de los que no son.

"Si estuvieras allí
dirías otra cosa",
dice alguien.
Pero es eso,
estoy aquí
y no puedo decir otra cosa:
me duele esto humano
tan correcto
de palabras y perfiles.

Alguien me apunta
con un a4ma en su cuaderno:
el dolor de los que importan
es aborrecible,
me convoca y no lo quiero.

El dolor de los que no importan.
Ese.
Me deshace.
Me traiciono.
Existo.

@josejarapoesia





Comentarios

Entradas populares